Coq au vin, historia, tradición y recuerdos familiares

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El Coq au Vin es mucho más que un simple guiso; es un verdadero símbolo de la cocina francesa, cargado de historia, tradición y recuerdos que permanecen en la memoria. Su origen se remonta a la Edad Media, cuando los campesinos de Francia buscaban aprovechar al máximo los recursos disponibles. Los gallos viejos, cuya carne era demasiado dura para preparaciones rápidas, se cocinaban lentamente con vino y hierbas locales, dando lugar a un plato nutritivo y lleno de sabor. Con el tiempo, este guiso humilde evolucionó hasta convertirse en un icono gastronómico, un ejemplo de cómo paciencia, técnica y respeto por los ingredientes pueden transformar lo simple en extraordinario.

Cada región francesa ha aportado su propia versión del Coq au Vin, adaptando el plato a los vinos locales y a los productos de la zona. En Borgoña, se utiliza el vino tinto característico de la región; en otras zonas se opta por vino blanco o incluso vinos de Côtes du Rhône. Cada variación mantiene la esencia del plato: una cocción lenta que transforma la carne más dura en un manjar tierno y jugoso, mientras los aromas de las hierbas, el vino y los condimentos se integran en una salsa profunda y reconfortante.

Para mí, este plato tiene un significado especial, porque era uno de los que más preparaba junto a mi tío Fausto. Cada vez que cocinábamos un Coq au Vin, la cocina se llenaba de aromas que despertaban todos los sentidos: el vino liberando su perfume, la carne dorándose lentamente y las hierbas infundiendo su esencia en la salsa. Fausto tenía un don para equilibrar los sabores; sabía exactamente cuándo añadir cada ingrediente, cómo dorar la carne para que quedara perfecta y cómo manejar el fuego para que la cocción fuera lenta y uniforme. Cocinar con él no era solo preparar un plato, era un ritual de paciencia, aprendizaje y complicidad, un momento en el que la cocina se transformaba en un espacio de historias, risas y recuerdos familiares.

La magia del Coq au Vin reside en su cocción lenta: la carne se vuelve tierna y jugosa, mientras que la salsa adquiere profundidad, intensidad y riqueza. Cada bocado es una combinación de suavidad y sabor concentrado, que refleja tanto la tradición francesa como las enseñanzas de Fausto. Al comerlo, se percibe la unión de generaciones: el respeto por los ingredientes, la técnica heredada y el amor por la cocina transmitido de manera casi silenciosa, pero profundamente presente.

Este plato no solo es un homenaje a la cocina francesa, sino también a la familia y a quienes cocinan con pasión, dedicación y cariño. Preparar un Coq au Vin con Fausto significaba compartir tiempo, historias y recuerdos, creando una experiencia que iba mucho más allá del sabor. Hoy, cada vez que lo preparo, siento que revivo aquellos momentos en la cocina, el aroma del vino, el dorado de la carne y la sensación de que la tradición y la familia se mezclan en perfecta armonía.

El Coq au Vin es, por tanto, un plato que encierra historia, cultura y emociones. Es ideal para comidas especiales, para reuniones familiares o simplemente para quienes quieren disfrutar de un guiso que une generaciones, aromas, sabores y recuerdos. Cada preparación es un pequeño homenaje a la paciencia, la técnica y, sobre todo, al amor por la cocina que transforma ingredientes sencillos en una experiencia memorable.

 

Ingredientes para 8 personas:

  • 4 muslos y 4 contramuslos
  • 6 cebollitas pequeñas tipo chalotas
  • 2 cebollas normales
  • 1 rama de apio
  • 2 zanahorias
  • 2 dientes de ajo
  • 300 ml de vino tinto de buen calidad
  • 200 ml de caldo de pollo
  • 1 puñado de castañas
  • Aceite , pimienta y sal

 

Elaboración:

1. En un cazo ponemos agua hasta que hierva, la retiramos del fuego cuando esté hirviendo y metemos las cebollitas pequeñas, durante 5 minutos.

2. Después dejamos que se enfríen y las pelamos.

3. Picamos las otras dos cebollas normales, las zanahorias y el apio, y lo troceamos todo en rodajas normales. Lo doramos en una sartén, y casi cuando estén hechos echamos el ajo en láminas.

4. Ahora cogemos una bolsa y cerrar con un nudo. Ponemos harina, sal y pimienta, los trozos de pollo , cerramos y le damos unos meneitos para que la harina quede impregnada a la carne.

5. Después vamos friendo en una cazuela grande con un chorro de aceite, toda la carne poco a poco, y retiramos.

6. Ahora ponemos en la cazuela el vino, a fuego medio y dejamos que se reduzca un poco.

7. Cuando ha reducido un poco, volvemos a poner el pollo, las verduras salteadas, las cebollitas pequeñas y añadimos el caldo de pollo, no tiene que cubrir todo, ya que queremos salsa, pero sin ser excesiva. Lo tapamos y dejamos que se haga a fuego lento
unos 45 minutos.

8. Pelamos nuestras castañas, para ello las he hecho un corte y al micro hasta que están hechas, 4 minutos aproximadamente.

9. Antes de terminar, sacamos un poco del caldo, ya que la salsa que se forma es muy líquida y en una sartén añadimos una cucharada de harina o maicena para espesarla.

¡Bon profit!

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