Las migas extremeñas son mucho más que un plato; son un símbolo de la cocina rural de Extremadura, un reflejo de la historia y la cultura de la región. Nacieron de la necesidad de aprovechar el pan duro que sobraba de días anteriores, transformándolo en una comida nutritiva y sabrosa que podía alimentar a toda la familia. Este ingenio culinario permitió a generaciones de campesinos y pastores crear un plato que, pese a sus ingredientes humildes, ofrecía energía, sabor y satisfacción.
Tradicionalmente, las migas se elaboraban en las cocinas de leña, donde el aroma del pan tostándose lentamente se mezclaba con el humo y el calor del hogar, creando un ambiente cálido y acogedor. Era un plato que reunía a la familia alrededor de la mesa, especialmente en días de trabajo intenso en el campo, celebraciones locales o festividades, donde compartir las migas se convertía en un acto de unión y comunidad. Cada familia tenía su propia versión, transmitida de generación en generación, adaptando los ingredientes según la disponibilidad y los gustos locales.
En mi versión, que me enseñó la madre de un amigo mío en Navalmoral de la Mata, he añadido panceta, chorizo y patata, ingredientes que enriquecen la receta original y aportan un sabor más profundo y complejo. La panceta y el chorizo liberan su grasa y aroma durante la cocción, impregnando las migas con su intensidad característica, mientras que la patata aporta suavidad y cuerpo, equilibrando los sabores y creando un contraste de texturas irresistible. Cada bocado es una mezcla de tradición y creatividad, un homenaje a la cocina extremeña que respeta sus raíces pero permite toques personales que la hacen única.
El aroma del plato dorándose en la sartén, el crujir de las migas y la suavidad de la patata, junto con el sabor intenso de la panceta y el chorizo, hacen que comerlas sea toda una experiencia sensorial. Las migas extremeñas con panceta, chorizo y patata no solo son un plato delicioso, sino también un recuerdo vivo de la historia, del ingenio de nuestros antepasados y de la riqueza de la cocina rural. Son perfectas para reuniones familiares, comidas en el campo o cualquier ocasión en la que se busque un plato reconfortante, lleno de sabor y tradición.
Este plato demuestra cómo, con respeto por los ingredientes y paciencia en la preparación, se puede transformar un alimento humilde como el pan en una verdadera obra maestra de la gastronomía tradicional, capaz de unir generaciones y mantener viva la esencia de la cocina extremeña.
Ingredientes:
- Pan duro (barra de pan)
- Ajos
- Panceta
- Chorizo
- Patatas (opcional pero yo le pongo)
- Pimentón de la vera
- Sal
- Pimienta
- Aceite de Oliva
Elaboración:
1. En primer lugar se corta el pan duro a trozos pequeños y se humedece con un poco de agua, se guarda tapado con un trapo al menos un par de horas antes de hacer las migas.
2. Luego se cogen los ajos pelados y les damos un golpe con el cuchillo y los ponemos a freír con aceite de oliva.
3. Cuando hayan soltado su sabor, los retiramos.
4. En el mismo aceite, sofreímos la panceta cortada pequeña. Cuando esté hecha, la reservamos.
5. En el mismo aceite, también sofreiremos el chorizo cortado en dados. Cuando esté hecho lo reservamos.
6. Pelamos algunas patatas como para hacer tortilla de patata y las freímos en el mismo aceite hasta que estén hechas. Sacarlas y reservar.
7. En el mismo aceite meter el pan junto con el pimentón de la vera y el resto de ingredientes que habíamos reservado.
8. Dar un par de vuelcos para que los ingredientes se vayan juntando y empapando los sabores.
¡Bon profit!