El gallo de San Pedro (conocido también como pez San Pedro o John Dory) es uno de esos pescados que impresionan a primera vista por su aspecto peculiar: cuerpo plano, color dorado y una inconfundible mancha oscura en sus flancos. La tradición cuenta que esa huella corresponde a la mano del apóstol San Pedro, lo que explica su nombre y el halo legendario que lo rodea.
Pero más allá de la anécdota, lo que hace especial a este pescado es su carne blanca, firme, jugosa y de sabor delicado, considerada por muchos cocineros como una de las más finas del Mediterráneo. Es un pescado perfecto para recetas sencillas, donde su calidad brille sin enmascararse con demasiados ingredientes.
La cebolla como aliada perfecta
Entre las múltiples formas de prepararlo, una de las más apreciadas en la cocina tradicional española es el gallo de San Pedro con cebolla. Esta receta se basa en un principio sencillo: la dulzura natural de la cebolla caramelizada combina de forma magistral con el sabor sutil del pescado, potenciándolo sin restarle protagonismo.
La cebolla, cocinada lentamente en aceite de oliva hasta quedar transparente y ligeramente dorada, se convierte en una guarnición melosa que envuelve el pescado. Ese contraste entre lo dulce y lo marino da como resultado un plato equilibrado y lleno de matices.
Tradición y actualidad en un mismo plato
El gallo de San Pedro con cebolla es, en cierto modo, una receta atemporal. Puede servirse como plato casero de diario en zonas costeras o presentarse en versión refinada en un restaurante de alta cocina. Su secreto está en la calidad del pescado y en el mimo al cocinar la cebolla.
Un ejemplo perfecto de cómo la cocina tradicional sigue siendo una fuente inagotable de inspiración para la gastronomía contemporánea.
Ingredientes (para unas 4 personas):
- 2 filetes de gallo (puede ser congelado)
- 4 cebollas grandes
- Harina de garbanzo
- Sal y pimienta negra
- Aceite de oliva
Elaboración:
1. En primer lugar salpimentamos los filetes de gallo, los troceamos según nuestro gusto y los pasamos por harina de garbanzo quitando el exceso de harina para que no sea pesado.
2. Con una mandolina cortamos la cebolla previamente pelada. Lo suyo es hacer cortes ni muy finos ni muy gruesos. Eso se irá viendo pero que queden de 2-3 milímetros.
3. Calentamos aceite de oliva en una sartén algo profunda hasta que esté caliente. Echamos los trozos de gallo en aceite y dejamos que se doren. Reservamos en una fuente.
4. Cuando hayamos acabado con todos los trozos, pasamos por harina la cebolla en aros y también los freímos en el mismo aceite que el pescado.
5. Al estar dorado se pone encima del pescado y servimos caliente.
¡Bon profit!