Hablar del curry rojo tailandés es hablar de un plato que despierta todos los sentidos. Es fuego y dulzura, aroma y contraste, un viaje directo al corazón de Tailandia, donde la cocina es celebración, equilibrio y arte en cada bocado.
Lo que más me fascina del curry rojo thai es su capacidad de combinar mundos opuestos: la intensidad del picante con la suavidad de la leche de coco, la frescura de las hierbas con la profundidad de las especias, la potencia del chile rojo con la ligereza del arroz que lo acompaña. Cada cucharada es un mosaico de sabores que se equilibran como si bailaran juntos, recordándonos que la cocina es armonía.
Este curry tiene raíces profundamente ligadas a la cultura tailandesa, donde la comida no se entiende solo como alimento, sino como una forma de conexión y de hospitalidad. Preparar un curry rojo no es algo que se haga con prisas: requiere paciencia para trabajar la pasta de curry —ese corazón del plato donde se concentra toda su esencia— y respeto por los ingredientes frescos que lo acompañan: galanga, lemongrass, hojas de lima kaffir, albahaca thai… aromas que nos transportan a mercados exóticos y bulliciosos, llenos de color y vida.
Más allá de su sabor, el curry rojo thai es una experiencia sensorial completa. Su color vibrante anuncia lo que está por venir: un plato intenso, envolvente, que no deja indiferente. El primer golpe de picante despierta, la cremosidad de la leche de coco acaricia, y al final, un retrogusto fresco y aromático nos invita a seguir probando. Es una explosión de matices que hace que cada cucharada sea distinta a la anterior.
En mi manera de entender la cocina, el curry rojo thai encarna algo fundamental: el viaje a través de los sabores. Es un plato que nos invita a salir de nuestra zona de confort, a experimentar y a descubrir culturas distintas a través de la mesa. Prepararlo en casa es abrir una ventana a Tailandia, dejar que su esencia se cuele en nuestra cocina y compartir un pedazo de esa tradición con quienes más queremos.
Porque, al final, como con tantos platos que me apasionan, lo importante no es solo la receta. Lo importante es lo que provoca en nosotros: la sorpresa, la conversación, la curiosidad por los ingredientes, el recuerdo de una sobremesa llena de aromas desconocidos que, de pronto, se vuelven familiares.
El curry rojo thai no es un plato cualquiera. Es un símbolo de equilibrio, pasión y diversidad gastronómica. Un recordatorio de que la cocina tiene la capacidad de unir mundos, de contar historias y de emocionarnos más allá del paladar.
Ingredientes:
- Coliflor
- Brócoli
- Cebolla
- Judía plana
- Calabacín
- Pimiento rojo
- Zanahoria (la verdura en tiras)
- Hojas de albahaca (una o dos)
- Brotes de bambú
- Pechuga de pollo troceada a tiras
- Pasta de curry rojo o amarillo
- Leche de coco
- Salsa de Soja
- Sal
- Azúcar
- Arroz jazmín
Elaboración:
1. En aceite de girasol poner la pasta de curry y sofreír un par de minutos y luego añadir la cebolla a juliana, al rato añadir el pollo y sofreírlo
2. Luego la zanahoria y añadir la leche de coco. Si vemos que pica añadir leche normal, eso suavizará mucho el picante.
3. Ir tirando las verduras según dureza, calabacín y pimiento rojo, y al final las judías y el brócoli/coliflor.
4. Rectificar de azúcar y soja, y para acabar el plato añadir hojas de albahaca. Vigilar bien las cocciones de las verduras que es lo más importante del plato.
A parte hervid el arroz jazmín a vuestro justo.
Este plato es bastante caldoso por lo que es ideal acompañarlo con este tipo de arroz.
Animaos y disfrutad de la cocina!!!
Nota: si queréis podéis usar la pasta de curry que más o guste dependiendo del picante que queráis. La más suave es el curry amarillo y la más picante es el rojo. Vosotros decidís.
¡Bon profit!
