Las habas a la catalana son mucho más que un plato en mi vida. Para mí, son un vínculo directo con mis raíces, con mi abuelo Perico, y con aquellas tardes en que la cocina se convertía en un lugar de aprendizaje, paciencia y cariño. No es solo un guiso; es un pedazo de mi historia, un recuerdo que todavía hoy se despierta cada vez que una cazuela comienza a perfumar la casa.
Recuerdo a la perfección las veces que preparábamos juntos este plato, sobre todo en Es Galliner, ese lugar que era mucho más que una casa: era nuestro refugio, nuestro espacio compartido, el escenario de tantas comidas y sobremesas inolvidables. Allí, entre sus paredes llenas de vida y figuras variopintas, aprendí que cocinar es algo que va mucho más allá de mezclar ingredientes: es crear momentos que perduran en el tiempo. Cuantos recuerdos me vienen a la cabeza recordando los días que pasábamos todos en Es Galliner. Sin duda quedará grabado en nuestra memoria.
El ritual empezaba siempre en el mercado, eligiendo con cuidado las habas más frescas y tiernas. Mi abuelo me enseñó que la cocina empieza mucho antes de encender el fuego: en la elección del producto, en la atención a los detalles, en el respeto por lo que la tierra nos regala. Ya en Es Galliner, la cocina se transformaba en un lugar lleno de aromas y calma. El sofrito chisporroteaba despacio en la cazuela, y el olor del aceite de oliva con la cebolla impregnaba cada rincón de la casa. Yo lo observaba fascinado: cada movimiento suyo estaba cargado de paciencia y sabiduría.
Este plato lo hacíamos mucho juntos allí, y siempre lo recuerdo como un momento de unión. Entre cucharadas de prueba, silencios compartidos y alguna broma, aprendí que la cocina no se mide solo por el resultado final, sino por lo que ocurre mientras tanto. Preparar habas a la catalana era un acto de amor disfrazado de receta. Era nuestra manera de estar juntos, de conversar sin prisa, de disfrutar de lo simple y convertirlo en algo especial.
Hoy, cada vez que preparo habas a la catalana, siento que regreso a aquel lugar. Está en el aroma del sofrito, en el sonido del fuego lento, en la textura de las habas tiernas que se deshacen en la boca. Cocinar este plato es invocar la presencia de mi abuelo y revivir esas tardes en Es Galliner donde la cocina se convertía en pura magia.
Las habas a la catalana son también un canto a la temporada, a los mercados llenos de color y a la sencillez bien hecha. Un plato humilde en apariencia, pero lleno de matices, que nos recuerda que la grandeza de la cocina está en el respeto, en el cariño y en el tiempo dedicado.
En definitiva, este plato es parte de mi memoria, de mi herencia y de mi manera de entender la gastronomía. Cada cucharada me devuelve a la voz potente pero tranquila de mi abuelo y a sus enseñanzas. Por eso, para mí, las habas a la catalana no son solo un guiso tradicional: son historia, emoción y amor servidos en un plato.
Ingredientes para unas 10 personas:
- 1200 gr. habas pequeñas
- 250 gr panceta ahumada
- 1 butifarra negra
- 1 cebolleta tierna
- 1 manojo de ajos tiernos
- 2 tomates
- 1 cucharada de manteca de cerdo
- 1 brote de menta
- 1 brote de tonillo
- 1 hoja de laurel
- 1 copita de vino blanco o rancio si no se tiene
- Aceite de oliva.
- Sal
Elaboración:
1. Pelar, lavar y picar las cebolla y los ajos tiernos todo por separado y muy fino.
2. Cogemos una cazuela de barro y añadimos un chorro pequeño de aceite de oliva y cuando esté bien caliente añadimos la manteca, sofreímos la panceta que ha de estar troceada, cuando ésta coja color abocamos la cebolla y por último los ajos, dejarlos doran sin dejar de remover.
3. Lavamos y rallamos los tomates, es importante no introducir la piel y reservamos.
4. Troceamos la butifarra en rodajas de un centímetro de espesor y reservamos. También utilizamos un trozo de butifarra blanca pero esto es opcional, porque queda igual de bien.
5. Cuando el sofrito tome color añadiremos el tomate rallado, una pizca de azúcar (para contrarrestar la acidez del tomate), las hierbas aromáticas y la butifarra, sofreímos sin dejar de mover y a fuego lento.
6. Añadimos las habas y damos un par de vueltas más hasta que el tomate esté bien cocido, después añadimos el vasito de vino blanco y cubrimos las habas con agua o mejor si tenemos algún caldo suave (de pollo por ejemplo), unos dos o tres dedos por encima de las mismas.
7. Salpimentamos y dejamos cocer a fuego lento durante al menos una hora o hasta que las habas estén tiernas, si es necesario se puede añadir agua (o caldo) y es importante mover las habas de vez en cuando para evitar que éstas se peguen a la cazuela.
¡Bon profit!