Calabaza con requesón, queso feta y aceite de hierbas, el otoño en su punto exacto de ternura

Hay platos que parecen haber nacido para celebrar una estación. Esta calabaza hasselback con feta, requesón y hierbas frescas es, para mí, el otoño servido en un plato: colores cálidos, aromas de campo y una mezcla de sabores que reconfortan sin resultar pesados. Es cocina sencilla, pero con un toque de sofisticación que la hace brillar en la mesa.

La técnica hasselback, de origen sueco, consiste en cortar el ingrediente —tradicionalmente una patata— en finas láminas sin llegar a separarlas del todo. Así, al hornearse, se abre como un abanico y permite que el calor, los aceites y los condimentos se filtren entre cada corte. Con la calabaza, el resultado es espectacular: la pulpa se carameliza en los bordes, se vuelve sedosa por dentro y se impregna de los aromas de las hierbas y el queso.

El contraste del feta salado y el requesón cremoso sobre la dulzura natural de la calabaza es una de esas combinaciones que no se olvidan. Cada bocado es un juego de texturas: el exterior dorado, el interior tierno, el toque crujiente de las hierbas secas que se funden con el aceite de oliva. Todo parece calculado, pero en realidad es pura naturalidad.

Lo que más me gusta de este plato es que es puro equilibrio. Tiene algo rústico y contemporáneo a la vez. Puedes servirlo como acompañamiento de una carne o como plato principal con una ensalada fresca. Y siempre sorprende: su presentación es sencilla pero vistosa, casi escultórica, con esas láminas abiertas que invitan a romperlas con el tenedor y mezclar los quesos que se derriten suavemente.

Cada vez que la preparo, me recuerda por qué me gusta tanto cocinar: porque en gestos simples —un corte fino, un horno encendido, un buen aceite— se esconde la posibilidad de crear algo bello. Este plato no necesita artificios: solo tiempo, mimo y el deseo de disfrutar del producto en su momento más generoso.

Y cuando sale del horno, dorada y perfumada con romero, tomillo o salvia, la cocina se llena de ese olor que anuncia que el frío ya ha llegado… pero que también hay calidez esperando en la mesa.

Ingredientes (para unas 4 personas):

  • 1/2 calabaza
  • Sal
  • Aceite de oliva
  • 2 ó 3 dientes de ajo
  • Pimienta negra
  • 1 puñado de perejil freso
  • 1 puñado de albahaca fresca
  • 100 gr de queso feta
  • 200 gr de requesón o ricotta
  • 100 gr de kéfir o yogur griego
  • Arándanos deshidratados (para decorar)
  • Semillas de sésamo y pipas (para decorar)

 

Elaboración:

1. En primer lugar pelamos la media calabaza y le quitamos las pepitas. Para cortarla estilo Hasselback hay que poner unos palillos chinos en los laterales de la calabaza porque al hacer el corte no lleguemos hasta el final.

2. La untamos de aceite y le ponemos sal y la metemos en el horno a 190ºC durante unos 50-60 minutos hasta que quede blanda.

3. A parte, en una sartén con un poco de aceite ponemos el aceite, luego el perejil y la albahaca picado no muy fino. Cuando haya cogido algo de color le agregamos más aceite y lo cocinamos unos minutos. Rectificamos de sal. La idea es hacer una aceite de hierbas. Reservamos.

4. En el mismo aceite, ponemos el queso feta, el requesón y el yogur y lo cocinamos unos minutos hasta que los ingredientes se integren. Añadir pimienta negra.

5. Finalmente ponemos esa crema recién hecha, encima la calabaza, el aceite de hierbas y decoramos con arándanos deshidratados, pipas y semillas de sésamo.

¡Bon profit!

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