Hay platos que no necesitan presentación, solo un buen pan al lado y tiempo para disfrutarlos. Los calamares encebollados son uno de ellos. Humildes, marineros, con ese aire de cocina lenta que perfuma la casa durante horas. No hay artificio, solo el equilibrio perfecto entre el dulzor de la cebolla bien pochada y el sabor profundo del calamar cocido en su propio jugo.
Este plato es una de esas recetas que han viajado por toda la geografía española, con acentos diferentes en cada puerto, pero siempre con la misma esencia: producto, paciencia y fuego bajo. En Mallorca, en el Levante o en el sur, cada familia guarda su versión, más o menos caldosa, más o menos especiada, pero todas comparten ese respeto por la cebolla bien tratada —dorada lentamente hasta volverse casi una crema— y el calamar tierno, sin prisa.
En su origen, los calamares encebollados eran una comida de pescadores. Aprovechaban los calamares recién capturados y los guisaban con lo que tenían a mano: cebolla, un poco de vino, algo de laurel, un chorrito de aceite. La magia estaba en el tiempo: dejar que la cebolla se deshiciera y el calamar se impregnara de su dulzura. Así, un plato de diario se convertía en un manjar.
Hoy, con los medios y el conocimiento de la cocina moderna, podemos afinar técnicas, controlar temperaturas o desglasar con un vino generoso. Pero el alma sigue siendo la misma: la de un guiso que habla de hogar, de barcas amarradas al atardecer y de la felicidad que se encuentra en una cazuela sencilla.
Un buen calamar encebollado es una lección de equilibrio: la cebolla aporta melosidad y dulzor, el calamar firmeza y sabor marino, y el conjunto, cuando se deja reposar unas horas, alcanza esa profundidad que solo los guisos saben ofrecer.
Acompañado con arroz blanco, patatas hervidas o simplemente con pan, este plato demuestra que la grandeza de la cocina no siempre reside en la complejidad, sino en la verdad de los sabores y en la historia que guardan. Porque, al final, los calamares encebollados son eso: un pedazo de mar cocinado con cariño, que sabe a casa, a recuerdos y a tiempo bien invertido.
Ingredientes (para unas 6 personas):
- 3 cebollas blancas
- 1 guindilla
- Ajos
- 1/2 bote tomate triturado (si es casero mejor)
- 6 calamares
- Perejil
- Aceite de oliva
Elaboración:
1. En primer lugar cortaremos la cebolla en trozos pequeños, los ajos y la guindilla.
2. Sofreiremos en aceite de oliva la cebolla, la guindilla y los ajos.
3. Cuando veamos que la cebolla está bien pochada añadiremos los calamares cortados a rodajas.
4. Sofreír hasta que hayan soltado su agua y se lo hayan vuelto a beber.
5. Añadiremos sal y pimienta negra al gusto.
6. Finalmente pondremos la salsa de tomate triturada y cocinamos hasta que consigamos las textura deseada. Tiene que quedar muy confitado.
7. Al final añadimos un poco de perejil picado para decorar.
¡Bon profit!
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